Un estilo de vida saludable es clave para evitar determinados tipos de enfermedades. Una alimentación equilibrada, de hecho, contribuiría a prevenir hasta un 35% de los casos de cáncer. Prevenirlo, pero jamás curarlo. A pesar de ello, son muchos los que proclaman las virtudes de determinados alimentos para combatir, frenar -incluso sanar- las células tumorales. La cúrcuma es, según muchas de estas voces ligadas a la pseudociencia, el «más potente alimento anticáncer». También tienen esa presunta virtud las semillas de lino, el brócoli, los frutos rojos y los cítricos. Médicos, investigadores y nutricionistas consultados por este diario aseguran que, si bien es cierto que podemos tomar una serie de precauciones y adquirir hábitos saludables que ayuden a la prevención de la enfermedad, la alimentación -por más sana que sea- no es un tratamiento.
El mito de los ‘alimentos anticáncer’ resurge con cierta frecuencia a partir de estudios científicos que (mal interpretados) pueden dar pie a pensar que hay productos concretos que son mejores que otros para luchar contra el cáncer (como es el caso de los mal llamados superalimentos). Este mismo jueves, por ejemplo, la revista ‘Science’ publica un nuevo estudio en el que se propone investigar un compuesto natural presente en verduras como el brócoli, la coliflor o las coles de Bruselas como una posible diana terapéutica contra el cáncer. En la práctica, esto se traduce en que se ha estudiado el potencial de una molécula que podría actuar como supresor tumoral si se aplica mediante terapias genéticas o farmacológicas. A partir de aquí, los investigadores matizan: para desbloquear de manera natural el ‘potencial anticancerígeno‘ de estas verduras haría falta consumir unos tres kilogramos diarios en forma cruda y, aun así, nada aseguraría su beneficio de forma permanente.
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