En algún momento de la historia natural, algunos miembros de la gran familia de los primates prosiguieron su camino sobre dos patas. Los expertos, que definen este proceso bipedestación, llevan décadas discutiendo sobre el origen de este fenómeno que, al fin y al cabo, sirve para diferenciar a nuestra especie (Homo sapiens sapiens) de parientes cercanos como los chimpancés (Pan troglodytes) o los bonobos (Pan paniscus). Pero ahora el debate podría dar un vuelco. Este miércoles, la revista ‘Nature’ anuncia el hallazgo de los restos fósiles de una especie de primate hasta ahora desconocida que podría haber sido uno de los últimos ancestros comunes entre los grandes primates y los humanos.
Esta nueva especie ha sido bautizada como ‘Danuvius guggenmosi’. Sus restos fósiles se han encontrado en un yacimiento arqueológico cerca de la ciudad de Pforzen, en el sur de Alemania. Los investigadores responsables de su estudio, afiliados a la Universidad de Tübingen, explican que se trata de una especie que vivió hace 11,6 millones de años, durante el Mioceno, en la franja temporal en la que se estima que los primates y los humanos divergieron. De él se conservan 21 fragmentos óseos de cúbito, fémur, tibia, vértebras y algunos huesos de manos y pies con los que los expertos han podido reconstruir su morfología y sus andares.
La reconstrucción de algunos ejemplares de esta especie desvela que la especie se movía de una manera hasta ahora desconocida. El simio, de entre 17 y 31 kilogramos, poseía tanto extremidades superiores que le permitían colgarse de las ramas, como ocurre en el caso de bonobos y chimpancés, como extremidades inferiores que le mantenían erguido como los humanos. También se ha observado que estos animales disponían de un dedo gordo en sus patas, algo que demostraría que podían caminar sobre la planta de sus pies. Los investigadores consideran que esta recién descubierta especie ilustra la forma en la que algunos simios comenzaron a caminar sobre sus patas traseras.
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