El proyecto de toda una vida

La historia de Luis vino literalmente a llamar a la puerta de EL PERIÓDICO. Era una soleada mañana de invierno cuando este amable ingeniero jubilado se presentó a las puertas de la redacción con un maletín en mano y una tímida sonrisa en el rostro. «Me gustaría, si es posible, hablar con alguien de la sección de ciencia, tecnología o medio ambiente. Tengo algo entre manos que creo que podría ser de su interés», explicó en recepción. Fue entonces cuando, al ser atendido, Luis desplegó sobre la mesa de la entrada el trabajo de investigación que había ocupado los últimos diez años de su vida. «He encontrado la manera de dar una segunda vida a las pilas usadas, ahorrar dinero y reducir el impacto medioambiental de este producto», añadió mientras presentaba una gran cantidad de gráficos y un curioso aparatejo. «Es el proyecto de mi vida», comentó el ingeniero con la mirada puesta en su creación.

Sentados ante una mesa y con dos vasos de café haciéndonos compañía, Luis contó que hace poco más de un año había logrado patentar oficialmente un dispositivo capaz de exprimir hasta el final la energía de las pilas. Se trataba de un artefacto sencillo, con una pequeña bombilla en un lado, tres pilas al descubierto en el otro que él mismo había creado. Ese era el invento con el que este ingeniero había logrado obtener luz de baterías supuestamente gastadas que él mismo había recogido del contenedor de reciclaje. «La clave fue darme cuenta que cuando una pila deja de funcionar para un aparato no significa que realmente está agotada. Solo significa que la energía que le queda no es suficiente para ese aparato en concreto, aunque en realidad puede seguir dando muchas horas de luz», comentó mientras iba encendiendo, de una en una, las diferentes versiones del prototipo que había traído en su maletín.

El invento de Luis resulta tan sencillo como espectacular. Su ingenioso aparato, al que él se refiere como un nuevo modelo de linterna, logra funcionar con apenas tres voltios. Para ello, el dispositivo cuenta con un comprobador de nivel energético con el que seleccionar las pilas que tienen más de un voltio de energía y un compartimento en el que colocar las baterías. Con tan solo tres pilas, de las que normalmente encontraríamos en el contenedor, el dispositivo permite encender una bombilla LED, situada en un extremo, e incluso modular su intensidad. Y a partir de ahí, horas y horas de luz a coste cero. Y esta es la idea que, desde el año 2009, ha ocupado el tiempo de Luis y que ahora presenta como uno de los logros de los que se siente más orgulloso.

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